Mi aventura en el cementerio de Sad Hill

Crónica de Fernando Marías

0 Prólogo /  La leyenda de Sad Hill

Debemos luchar por nuestros sueños, de lo contrario seremos personas incompletas. 

El Cementerio de Sad Hill
Fernando Marías en el cementerio de Sad Hill

 A principios de julio de 2019 pude cumplir uno muy hermoso: hallarme en el corazón circular de la mítica película El bueno, el feo y el malo, dirigida por Sergio Leone en 1966. En este hermoso plano general de aquí arriba, puro Technicolor y Techniscope, ¿quién soy, según mi imaginación?

¿El rubio, Tuco o Sentencia? ¿Clint Eastwood, Eli Wallach o Lee Van Cleef?

En el centro de ese círculo ajeno al Tiempo se diría que puedes ser quien quieras.

Incluso tú mismo.

Los actorazos en el cementerio de Sad Hill.
Los protagonistas de El bueno, el feo y el malo.

En mi novela La isla del padre dediqué una página a la importancia que tuvieron las películas de Sergio Leone en la relación con mi padre. Fragmento La isla del padre

Fernando y su sombrero
Ahora, como si nos halláramos dentro de una película, debo recurrir al Flash Back para contar cómo llegué hasta Sad Hill…

 Las experiencias organizadas por Diodati se mueve persiguen el objetivo de cumplir algún sueño singular. Y los sueños, ya se sabe, suelen exigir un complejo proceso para verse convertidos en realidad.

Bajo el criterio de Rosa Masip, siempre nítido respecto a los elementos que debe reunir cada aventura viajera, visitamos Santo Domingo de Silos unas semanas antes del viaje en busca de hoteles, restaurantes y actividades singulares que poder realizar durante nuestro fin de semana.

Rosa Masip en Sad Hill
Rosa Masip directora de Diodati se mueve.

Esta vez, los Anfitriones propuestos por Diodati se mueve serían, aparte de nosotros, los escritores y expertos en spaguetti western y cine de Leone Carlos Aguilar y Anita Haas, que escribió un libro sobre Eli Wallach y lo conoció personalmente. Esta foto nos puso la miel en la boca sobre la cantidad de anécdotas que tendría para contarnos.

Eli Walach y Anita Hass.
Anita Haas con Eli Walach
Carlos Aguilar brinda en Diodati se mueve.
Carlos Aguilar es un gran anfitrión de Diodati se mueve

 

Breve inciso: aunque parezca increíble, esta corbata es la más discreta de las que Carlos exhibió en Sad Hill.

Para la experiencia, que titulamos, tras mucho darle vueltas, Caravana a Sad Hill encargamos un cartel muy especial al gran ilustrador Esteve Polls, experto en western que propuso esta imagen con tanto aroma de aquellas películas del Oeste rodadas en España. Como sabéis, cuidamos especialmente que nuestros carteles sean singulares y llenos de contenidos secretos.

Cartel ilustrado por Esteve Polls para Diodati se mueve
Cartel ilustrado por Esteve Polls para Diodati se mueve

 Pero el Flash Back aún debe ir un poco más atrás.

Porque, ¿cómo surge la idea de crear un viaje Diodati se mueve al cementerio de Sad Hill?

 Durante el verano de 1966 Sergio Leone filmó en España parte de su legendaria obra maestra El bueno, el feo y el malo. Un valle entre montañas cercano a Santo Domingo de Silos, provincia de Burgos, fue elegido por Leone y su director de fotografía Tonino Delli Colli para construir allí el cementerio donde los tres protagonistas se enfrentan en su duelo final. Este amplio círculo de piedra rodeado de cruces y tumbas también ficticias fue abandonado tras finalizar el rodaje y la misma naturaleza invencible que lo había propiciado se enseñoreó de él, cubriéndolo por completo. Fue así como el tesoro quedó enterrado.

Cerca de medio siglo después, aficionados al cine de la zona se preguntaron por la ubicación del mítico cementerio y emprendieron su búsqueda. Lo hallaron cubierto de tierra, vegetación y olvido. Nació entonces la Asociación Cultural Sad Hill, cuyo objetivo es reivindicar el valor turístico y cultural de los paisajes burgaleses utilizados por Sergio Leone en el rodaje de El bueno, el feo y el malo. La épica historia de cómo fue recuperado el cementerio puede conocerse gracias al documental de Guillermo de Oliveira Desenterrando Sad Hill (2018), que fue candidato a los Premios Goya de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. 

Damos y daremos siempre las gracias a nuestros amigos de la Asociación, que ayudaron con generosidad leoniana al éxito de nuestra experiencia.

Y como no voy a ser menos que Carlos con sus corbatas, me permito compartir aquí el vídeo promocional que grabamos y que me permitió sentirme un poco personaje secundario de El bueno, el feo y el malo.

Aquella visita para diseñar el viaje tuvo lugar en un día intensamente ventoso aunque, a la vez, un silencio benefactor parecía haber detenido el Tiempo, como si en ese lugar solo tuvieran derecho a sonar los temas de Ennio Morricone El extasis del oro y El trío. Las horas parecieron transcurrir en unos pocos minutos, pero las emociones perviven hoy, ahora mismo, mientras escribo, como si aquel rato hubiera sido una experiencia mística. Para mí, extasiado cinéfilo, lo fue en cierto sentido. Recomiendo a toda persona que ame esta película que viaje algún día hasta Sad Hill y se abandone allí a sus recuerdos y sentimientos.

Una de las iniciativas de la Asociación Cultural Sad Hill consistió en regalar una tumba a quienes ayudaran a la recuperación del lugar. Puedes pasarte días buscando entre las cruces nombres de tu mitología personal. Yo lo hice, y traigo aquí una fotografía que resume aquella gozosa mañana.

Una cruz singular
Una cruz singular

Y entonces, ya sí, estuvo todo listo para que unas semanas después partiera la Caravana a Sad Hill. 

 

I El viaje / Primera jornada

 ¿Existe alguna conexión entre el canto gregoriano y la música que Ennio Morricone creó para la famosa trilogía de Sergio Leone?

Existe, sí. Porque el cementerio de Sad Hill, donde resuenan siempre las melodías de Morricone, se halla a cinco kilómetros escasos del Monasterio de Silos, reino último del canto gregoriano en la Tierra.

Las presentaciones en el cóctel de bienvenida
Las presentaciones en el cóctel de bienvenida

 

Así que la I Jornada de Caravana a Sad Hill comenzó, tras la presentación habitual de todos los viajeros y miembros del equipo en el jardín del Hotel Arco San Juan de Silos, con una visita al Monasterio para escuchar canto gregoriano en directo, las Completas que sonaron, exactamente, a las 21.40 horas. Resulta curiosa esta exigencia de puntualidad en un espacio donde el Tiempo parece no existir. Fue una experiencia mucho más literaria que religiosa, pues rezuma serena narración gótica la espectral aparición de los monjes desde el fondo del altar, con esa coreografía que parece orquestada por el silencio solemne. El canto invade el templo hasta sus alturas y nos traslada a un lugar de arquitectura espiritual bajo el cual acabamos por parecer lo que somos: pequeños espectadores humanos de paso, siempre de paso.

El grupo de viaje en Santo Domingo de Silos
El grupo de viaje en Santo Domingo de Silos

¿De qué se habla en una cena de cinéfilos? ¡Obviamente, de cine, de cine y de cine! Quien lo probó lo sabe. Y por supuesto, ocurrió así en la cena de nuestra primera noche en el restaurante Tres coronas.

Me gusta ese fervor laico que nos alienta a quienes amamos el cine. En esta ocasión fue lógico que ocurriera, pues además de los anfitriones Anita Haas, Carlos Aguilar y yo mismo concurrían allí otros cinéfilos irredentos. Siempre me sorprende cómo anécdotas que han sido mil veces relatadas parecen nuevas cuando se las contamos a otro cinéfilo con quien nos encontramos por primera vez. Y siempre aparece también, asombrosamente, alguna historia que tú, que creías saberlo todo sobre Clint Eastwood, Sergio Leone o Ennio Morricone, jamás habías oído.

Si la cena concluyó y no seguimos aún allí, contándonos historias del Cine, se debió a que   Emeterio Martín, alcalde de Santo Domingo de Silos, tuvo la amabilidad de venir para darnos personalmente la bienvenida.

Este es uno de los orgullos mayores de Diodati se mueve: allí donde vamos las instituciones locales reciben con cariño nuestra propuesta.

Emeterio Martín nos saluda en su restaurante Tres coronas
Emeterio Martín recibe al grupo

 II Segunda jornada 

Estaba retrasando el momento de hablar de Silberius de Ura. Pero toca hacerlo justo ahora.

Es un genio inclasificable, indagador del corazón de los bosques, donde recolecta sonidos que nadie más escucha para elaborar con ellos su hipnótica propuesta musical. Pero es además muchas otras cosas. Creo, por ejemplo, que viaja realmente en el Tiempo aunque él, humilde y discreto, asegura que no, que cómo iba eso a ser posible. Su epicentro creador está en Covarrubias, hasta donde viaja gente de muchos lugares para comprobar si su leyenda tiene carne y hueso. Diodati se mueve lo acogió como especialísimo anfitrión del viaje.

Silberius de Ura anfitrión en Caravana a Sad Hill
Silberius de Ura señala en la Sierra del Carazo la Peña de San Carlos

 

Como és lógico, Caravana a Sad Hill tenía previsto proyectar El bueno, el feo y el malo. Íbamos a hacerlo el sábado por la mañana en el local cedido por el Ayuntamiento de Santo Domingo de Silos.

Pero Silberius propuso reproducir, hasta donde fuera posible, la magia de los viejos cines de programa doble. Así que, renunciando a otras fórmulas más conservadoras, él y yo, en calidad de ayudante de sus ideas, colgamos del techo de sala de proyección una tela blanca mucho más grande que la pantalla prevista y la alisamos pulverizando agua sobre su superficie durante horas, de forma que el peso del líquido fue estirándola imperceptiblemente. Comprobé con asombro que una sábana arrugada puede convertirse en tersa pantalla de cine. Tal vez parece poco cauteloso exhibir estos métodos en apariencia primitivos, pero forman parte, y lo hacen con orgullo, de las esencias de Diodati se mueve: en este caso, evocar aquellas salas de proyección a las que asistimos de niños, los viejos cines de colegio o parroquiales, templos del programa doble a los que tanto debemos. Las experiencias de Diodati se mueve nunca son solo físicas, como se demostró de nuevo este día: cuando culminó la proyección los espectadores aplaudimos con ilusión unánime, mágicamente trasladados, juntos y por separado, hasta algún lugar hermoso de nuestra infancia.

Creo que nuestra conciencia colectiva vibraba porque muy cerca de nosotros se hallaba el mismo lugar donde El Rubio, Tuco y Sentencia, en la pantalla, acababan de enfrentarse en duelo mortal.

Unas pocas horas después, tras comprobar que nada es equiparable al horno de leña para elaborar un asado de cordero, emprendimos a media tarde el mismo camino que más de cincuenta años atrás enfilaban todos los días Leone y su equipo para filmar las escenas del cementerio. Degustando productos locales

La experiencia de Sad Hill es hipnótica y emocionante desde el primer momento. Ahí, ante nuestros ojos, se mostraba entre los apacibles picos montañosos, el cementerio con su gran círculo central de piedra, con las tumbas y las cruces. El reino de la ficción.

La directora de la caravana, Rosa Masip, nos aguardaba a pie de Sad Hill para recordar la nutrida agenda de actos de nuestra jornada en el cementerio.

Rosa Masip supervisa la zona
Rosa Masip supervisa la zona

 El primer instinto de todos los viajeros fue desperdigarse, incrédulos, por el paisaje de la memoria cinéfila materializado de repente en la realidad. Y Rosa contenta como siempre que observa la cara de felicidad de los diodatianos. Adultos que vuelven a ser niños, niños en Día de Reyes buscando entre las cruces a sus héroes del pasado: Lee Van Cleef, Eli Wallach, Ennio Morricone, Sergio Leone, Clint, la tumba del soldado desconocido junto a la de Arch Stanton, el árbol del falso ahorcamiento de Tuco y aquel camino hacia las montañas, bajo el cielo sin nubes, por el que cabalga El Rubio en el plano final de la pelìcula. ¿Quién no querría haber sido todos ellos? ¿Quién, por tanto, no quiere hacerse una foto en los puntos exactos que pisaron mientras se filmaban las escenas?

Felices por estar en Sad Hill
Felices por estar en Sad Hill

 Joseba del Valle, de la Asociación Cultural Sad Hill, nos relató la aventura de la restauración del cementerio. Este irrepetible lugar de peregrinación cinéfila, hasta el que se desplazan amantes del western de todo el mundo, resucitó gracias a la ilusión y empuje de un grupo de vecinos de la zona. Hay cierta poesía melancólica en la idea de un cementerio enterrado y mucha épica en la pasión de unas cuantas personas que lo vuelven a desenterrar. Me emociona este abrazo entre dos generaciones: una fue testigo y cómplice del sueño de Sergio Leone que el Tiempo y la Naturaleza cubrirían de olvido. La otra, hija de la primera, apartó literalmente la tierra para que retornara a la luz la memoria de aquellos días de 1966 que vivieron sus padres.

Joseba del Valle recibe a los diodatianos.
Joseba del Valle recibe a los diodatianos.

Luego, en el centro mismo del círculo de piedra, tuvo lugar una informal mesa redonda entre Anita Haas, Carlos Aguilar y Fernando Marías sobre el cine de Sergio Leone y la pervivencia de los mitos. Fueron muchos los grandes nombres del western que asomaron en la conversación, a algunos de ellos no costaba imaginarlos cabalgando por las colinas que se alzaban a nuestra espalda. Surgió también una curiosa cuestión, que luego, durante la cena, halló eco entre los viajeros: ¿es el western un género que interesa a las mujeres? Y sus inmediatos afluentes: ¿hay grandes personajes femeninos en el western? ¿Existe algún director que les dé su justo espacio? Es estimulante verificar que el joven actor de treinta y seis años que, ataviado con poncho y barba de varios días, interpretaba aquí el papel de El Rubio dirigiría algo más de un cuarto de siglo después, a sus sesenta y dos, uno de los más grandes westerns de todos los tiempos, Sin perdón, que reflexiona sobre el papel de la mujer en las películas del Oeste y se posiciona de forma contundente contra la violencia machista. También se habló mucho de Hasta que llegó su hora, el otro enorme western de Leone, para muchos su verdadera gran película, y precisamente la única de las suyas con poderosa protagonista femenina que interpretó Claudia Cardinale. Quedó en el aire el deseo de verla de nuevo. Tal vez un día disfrutemos de un Diodati se mueve / Hasta que llegó su hora.

Anita Haas, Carlos Aguilar y Fernando Marías en Sad Hill
Anita Haas, Carlos Aguilar y Fernando Marías en Sad Hill

Al caer la tarde, casi con el crepúsculo, vimos llegar de pronto a un hombre taviado con camisa blanca y chaleco, manguitos y bombín. Llegó con parsimonia hasta el centro del círculo de piedra, donde alguien había instalado un piano. El hombre se sentó ante el teclado, tomó el micro y dijo:

—Mi nombre es Raúl Contreras, músico y gran amante del western. He abandonado un rato mi trabajo en el saloon. Quería tocar el piano para vosotros.

Y entonces, una por una, empezaron a sonar bajo la luz rojiza del comienzo de la noche, las reconocibles melodías compuestas por Ennio Morricone para las tres películas que Sergio Leone filmó con Clint Eastwood: Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo.

Sentado sobre una piedra en el centro del círculo, muy cerca del pianista, pensé que aquel joven Ennio Morricone que había compuesto estas bandas sonoras recibiría, casi cuarenta años después, el encargo de componer la banda sonora de una película española llamada La luz prodigiosa, inspirada en la novela del escritor español Fernando Marías. Eché en falta escuchar la canción de los títulos de crédito, esa versión de la Nana del caballo grande de Federico García Lorca a la que puso voz Dulce Pontes.

Raúl Contreras tocando el piano
Raúl Contreras toca temas de Morricone en Sad Hill

Nos hemos prometido que en la próxima edición de Caravana a Sad Hill sonará La luz prodigiosa en el centro de este corazón de piedra entre montañas. 

Luego, con la noche ya sobre el valle, apareció Silberius para hacernos un regalo especial, unos temas de su famoso espectáculo Neønymus, que resonó con especial intensidad en este lugar donde él jugó de niño.

Se supone que un escritor debe poder contar cualquier cosa con sus palabras. Yo, sin embargo, me reconozco inútil para explicar el fascinante despliegue de Silberius en directo. Simplemente, hay que verlo para creerlo.

Y, aunque no me corresponde a mí reseñar los detalles gastronómicos de la experiencia, sí quiero agradecer la cata que nos ofreció vinos Sinceros, sobre todo porque entre sus creaciones destaca el Colina triste, vino inspirado en la película de Leone. Me permito fantasear con la idea de que esa noche de julio hicimos algo que tal vez ni Clint ni Lee ni Eli ni Sergio ni Ennio llegaron a hacer: cenar, apacible y maravillosamente, bajo la luz de la luna en el cementerio de Sad Hill.

Colina triste. El vino de Sad Hill.
Cata de Vinos Sinceros.

 

 

III Tercera jornada

Siempre, inevitablemente, ocurre un fenómeno curioso en los viajes diodatianos: aunque hay una programación establecida, los desayunos envueltos en conversación se alargan tanto que Rosa tiene que venir a recordarnos que quedan cosas por hacer.

En este caso, los menos vagos y los más valientes, es decir, siendo sinceros, todos los viajeros menos Carlos Aguilar y yo, siguieron a Silberius en su expedición por el territorio del Arroyo de Peñacoba. Caminaron por el lecho seco de un riachuelo y sintieron la incertidumbre que late entre las paredes de un desfiladero. La próxima vez me apunto sin falta a ese paisaje de western.

La naturaleza siempre es protagonista en Diodati se mueve
La naturaleza siempre es protagonista en Diodati se mueve

Presentar los libros de los Anfitriones es siempre el acto de cierre de nuestras convivencias. Nos gusta pensar que tiene algo de pequeña Feria del Libro itinerante, la Feria del Libro Diodati se mueve, como nos gusta llamarla, cuyos porcentajes de ventas, podemos garantizarlo, son porcentualmente envidiables: el cien por cien de los viajeros quieren llevarse los libros firmados de los autores con los que han compartido el fin de semana.

Festival literario en Diodati se mueve
Festival literario en Diodati se mueve

Todos los viajes diodatianos terminan donde han empezado: con un aperitivo de despedida y muchos abrazos… hasta el próximo Diodati se mueve.

Os esperamos en la próxima aventura
Os esperamos en la próxima aventura

 Sad Hill, cementerio de Sad Hill, amado cementerio de Sad Hill… Cuando la próxima caravana Diodati ponga rumbo hacia el valle donde aguardas, la primera visita obligada será a un punto concreto que, puesto que hablamos de cine desde el principio, me permito mostrar con esta imagen que sustituye a las palabras: La Cruz de Diodati se mueve en Sad Hill

 

Agradecimientos, por Rosa Masip.

GRACIAS a los colaboradores y participantes que hacen posible Caravana a Sad Hill:

El Ayuntamiento de Santo Domingo de Silos, que nos informó de todo lo necesario para organizar el viaje y cedió una sala para algunas de las actividades, que abrimos también al pueblo.

El hotel Arco San Juan de Silos, con Enrique y toda su familia, que nos atendió tan bien. El restaurante del mismo hotel nos ofreció deliciosos desayunos y platos con productos típicos de la zona, morcilla, cabrito al horno de leña…

Especialmente, a la A. C. Sad Hill, a Joseba, David, Montse… Por haber hecho posible un punto de peregrinación apasionante y volver, volver…

Qué recuerdos en esa cena a la luz de las estrellas… El espectacular cátering de El Pedroso, preparado con tanto cariño, arte y alegría por Jesús, Paco y todo su equipo.

Excepcional la cata de Vinos Sinceros y escuchar a Luís Martín descubrirnos el Colina Triste blanco, el Colina Triste tinto crianza y el Amalgama. Muchas gracias por tanta pasión y grata compañía.

Los desplazamimentos corrieron a cargo de Turisdan. Dan fue un conductor encantador y puntual que llevó a la caravana hasta el cementerio de Sad Hill.

Al padre Roberto que nos abrió las puertas del Monasterio de Silos.

A todos, muchas gracias de corazón. Anfitriones queridos, que nos brindasteis durante todo el fin de semana vuestra compañía, en una convivencia inolvidable donde aprendimos mucho. Carlos Aguilar, Anita Haas, Fernando Marías, que ha escrito esta estupenda crónica, los músicos Silberius de Ura y Raúl Contreras. Y por último gracias a todos los diodatianos que viajaron con nosotros: Yolanda, Rosa, Toño (gracias por tus fotos), Belén, Javier, Mila, Fernando y Luz, David y Virginia, Nieves, Carmen, José Antonio y Francisca, Antonio, Pepa y Carlos e Íñigo.

 

 

 

 

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Un comentario

  1. Toño Pereira
    19 abril, 2020
    Responder

    Un fin de semana semana de estupendo, el sitio inolvidable, con gente maravillosa,, como todos vuestros viajes, siempre los disfruto un montón gracias, y esperamos que todo pase pronto y podamos volver a reunirnos en ese próximo.

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